La derrota de Chávez en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre es mucho más significativa de lo que indican las cifras electorales, pues, al mismo tiempo que muestra la creciente impopularidad del caudillo venezolano y su régimen, saca a la luz pública la grotesca manipulación del voto popular amañada preventivamente por el chavismo para convertir en victoria lo que esperaba sería una recusación rotunda de su política y sus pretensiones.
La ha sido y sin atenuantes. El comandante Chávez presentó la consulta como un plebiscito en el que el pueblo de Venezuela debía legitimar torrencialmente a su “socialismo del siglo XXI” y su jefe de campaña, Aristóbulo Istúriz, profetizó con arrogancia: “Podemos perder ganando si no obtenemos los dos tercios de la Asamblea Nacional”. Pues bien, el resultado menos fraudulento de las elecciones, el voto por los 12 representantes al Parlamento Latinoamericano, dio a las fuerzas reunidas de la oposición una mayoría de cerca de 400.000 votos.
Esta diferencia se reduce en el voto para la Asamblea Nacional a 242.553 -resultados oficiales: 5.642.553 contra 5.399.574-, porque allí, la ingeniería electoralista de Chávez, con la complicidad de sus parlamentarios y del Poder Electoral, había enmendado la ley para dar una elefantiásica representación a las circunscripciones rurales, donde tenía fuerte arraigo, y encogerla en las urbanas donde la oposición era mayoritaria. Se ha calculado que con esta disparatada desproporción el régimen necesitaba apenas 30.000 votos para obtener un diputado en tanto que la Mesa de Unidad Democrática requería 140.000. Eso explica que la oposición, habiendo obtenido un 52% del voto, cuente sólo con 65 diputados, y el chavismo con 98 pese a alcanzar sólo el 48%. Esos son los milagros matemáticos que produce el socialismo del siglo XXI. No es extraño que, para comunicar estos datos, el Consejo Nacional Electoral tardara ocho horas más de lo previsto y que Chávez, siempre tan lenguaraz, enmudeciera cerca de veinticuatro horas antes de salir a dar la cara a la prensa. Esta vez no se atrevió a decir, como en diciembre de 2007, cuando el pueblo venezolano rechazó su reforma constitucional, que se trataba de “una victoria de mierda”. Más bien agradeció, con aspavientos que desmentía su cara avinagrada, al “pueblo revolucionario” la “victoria” que le otorgó.
Un aspecto interesante de la consulta es que los Estados más castigados por el caudillo (por haber elegido en el pasado a gobernadores y alcaldes hostiles al régimen) retaceándoles el presupuesto, cancelando programas sociales y defenestrando -a veces encarcelando- a sus autoridades, en vez de dejarse intimidar, han redoblado su oposición. Así ha ocurrido en Miranda, Táchira y Zulia, y en la propia Caracas: en el Distrito Capital la oposición derrotó al oficialismo por primera vez en 12 años en votos emitidos.
Con los 65 diputados en la Asamblea Nacional, la oposición tendrá la fuerza necesaria para frenar las reformas constitucionales que Chávez preparaba -se necesitan para ello dos tercios de los diputados- a fin de acelerar la estatización y el dirigismo de la economía, acabar con las empresas privadas y la prensa y la televisión independientes, cerrar los limitados espacios críticos que aún quedan en los ámbitos político, sindical, social y cultural. El avance del régimen hacia un modelo cubano, de dictadura marxista leninista integral, tendrá muchos más escollos para materializarse ahora que el propio pueblo venezolano ha comprobado que, con la civilizada y simple acción de depositar un voto en un ánfora, se podía infligir una seria advertencia a un gobierno en cuyo prontuario figura haber convertido a Venezuela en el país con la más alta inflación de América Latina, el de más alto índice de criminalidad, uno de los más corruptos e ineficientes del planeta y donde el desplome de los niveles de vida de los sectores de clase media y popular es más rápido. Este año Venezuela será el único país de América Latina con crecimiento negativo.
Las fuerzas de la oposición a Chávez no deben cantar victoria ni confiarse por este excelente resultado. Ni volver a cometer errores como el del año 2005, cuando, por abstenerse de participar en el proceso electoral, regalaron a Chávez una Asamblea Nacional servil y autómata (La Casa de las Focas) que todos estos años no ha sido más que una dócil sirvienta de los desafueros constitucionales y legales del Comandante. Es imprescindible que la unión de los partidos, movimientos y personas de la oposición que es La Mesa de Unidad Democrática se mantenga y se afiance, porque de esta manera seguirá ganando adeptos y sumando a sus filas a los venezolanos que, abrumados o atemorizados por las represalias del régimen, se abstuvieron de participar en esta contienda. A muchos de estos abstencionistas escépticos, la victoria electoral de la resistencia tiene que haberlos sacudido y demostrado que todavía hay razones para la esperanza. Cuando lo que está en juego es la libertad de un pueblo, el riesgo de que el oscurantismo de una dictadura totalitaria se abata sobre él y viva quién sabe por cuántos años -los cubanos la padecen hace más de medio siglo- las pequeñas rivalidades de doctrina, de matiz o personales, deben desaparecer a fin de no debilitar la primera de las prioridades: resistir el proyecto autoritario de un caudillo demagogo que ha sumido ya a Venezuela en la miseria, la violencia y el caos y podría seguir hundiéndola en formas todavía más infames de desvarío ideológico.
Se reprocha a la oposición venezolana carecer de líderes, no tener al frente a figuras carismáticas que arrebaten a las masas. Pero, cómo, ¿todavía hay que creer en los caudillos? ¿No han sido ellos, esos horripilantes payasos con las manos manchadas de sangre, embelecos inflados de vanidad por el servilismo y la adulación que los rodea, la razón de los peores desastres de América Latina y del mundo? La existencia de un caudillo carismático supone siempre la abdicación de la voluntad, del libre albedrío, del espíritu creador y la racionalidad de todo un pueblo ante un individuo al que se reconoce como ser superior, mejor dotado para decidir lo que es bueno y lo que es malo para todo un país en materia económica, política, cultural, social, científica, etcétera. ¿Eso queremos? ¿Que venga un nuevo Chávez a librarnos de Chávez?
Yo discrepo. Estoy convencido de que América Latina sólo será verdaderamente democrática, sin reversión posible, cuando la inmensa mayoría de latinoamericanos esté vacunada para siempre contra la idea irracional, primitiva, reñida con la cultura de la libertad, de que sólo un superhombre puede gobernar eficazmente y con acierto a esas mediocridades que somos el resto de los seres humanos, esos rebaños que necesitan buenos pastores que los conduzcan por el camino debido. Los venezolanos lo creyeron así cuando apareció el Comandante de marras, con su voz tonitronante y sus desplantes bolivarianos y sus monólogos farragosos, y votaron por él de manera masiva, descreyendo de la democracia. Así les ha ido. Lo han pagado carísimo. Ahora han aprendido la lección y una de las buenas cosas que vienen haciendo, mientras con gallardía se enfrentan a la semi dictadura que padecen, es haber renunciado a los caudillos. Ahora tienen dirigentes que merecen respeto, no adoración religiosa, pues trabajan en equipo, buscan consensos y toman acuerdos a través del diálogo y la persuasión, es decir, comienzan a practicar ya esa cultura democrática que volverá a ser la de la tierra de Bolívar cuando el comandante Chávez no sea sino una más de esas figuras borrosas de una tradición de vergüenza y atraso.
Los meses y años que tiene Venezuela por delante no serán fáciles. El régimen ha avanzado demasiado en la construcción de unas estructuras dictatoriales y mucha gente medra ya de ellas como para que Chávez, acatando la voluntad popular, rectifique su política y esté dispuesto a retirarse del poder si así lo mandan las urnas. El peligro mayor es que, después de esta golpiza pacífica que acaba de recibir, se embravezca y quiera conseguir, mediante ucases y matonerías represivas, lo que no ha podido conseguir a través de las ánforas. E instale la censura, la liquidación de la prensa no alineada con el régimen, la abolición de toda forma de oposición política y la estatización generalizada de la economía. No le será fácil, desde luego. Ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable. Se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda la América Latina.
(“El País”, 03/10/2010)
© Mario Vargas Llosa, 2010. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2010.
AUDITORÍA DACTILAR A LOS CUADERNOS ELECTORALES POR LA FISCALÍA
En estas elecciones parlamentarias 2010 aquí en Venezuela, a pesar de que se estaba transmitiendo por los diferentes medios de comunicación social sobre una gran participación electoral y mi alegría por esto; advertí que prácticamente no había colas en las afueras de los centros de votación, pero sin embargo, la fluidez de los electores era constante en la mañana y más en la tarde. Situación incongruente cuando se compara con otras elecciones más sencillas y de un gran porcentaje de abstención; porque en esas elecciones anteriores de poca participación y fácil ejecución del voto, las colas han sido en las afueras de estos mismos centros de votación descomunales y desesperantes. Advertí que se trataba de generar mediáticamente una matriz de opinión de alta participación electoral para posiblemente agilizar sin problemas una maquinaria suplantadora de votos, esto ahora es necesario que la fiscalía lo constate a través de una auditoría dactilar.
Esta denuncia ha sido formalmente consignada en la Fiscalía Superior del Estado Falcón, y en la Fiscalía General de la República. Donde solicitamos la designación de un fiscal con competencia en delitos electorales, para que lleve a cabo una auditoría dactilar en los cuadernos electorales usados en estas pasadas elecciones, para descartar que ciudadanos inescrupulosos hayan repetido sus votos y reflejado varias veces sus huellas dactilares en diversos cuadernos electorales del Estado Falcón y la nación.
Léase esto detalladamente en http://www.lucasblancoacosta.com
PARTICIPÓ UN 93.59 % DE ELECTORES Y NO UN 66.45 %
Según los votos que contabiliza el CNE en su web, Participó un 93.59 % de electores y no un 66.45 % en las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010. Según estas cifras publicadas por el mismo CNE; 16.373.272 de venezolanos votaron en estas elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010; para registrar un 93.59 % de participación. Según el universo electoral venezolano de 17.495.353 electores, publicado por el mismo CNE, el 31 de marzo de 2010.
Si le sumamos el porcentaje de votos nulos, que por lo regular en este tipo de elecciones parlamentarias es alto; porque son más complejas que otras elecciones; alrededor de un 3 % más, por votos nulos; y los que ejercieron solo el voto del parlamento latinoamericano o el indígena y no sufragaron por el voto lista, ni el nominal, regulémoslos en 1 %. El total indicaría: 93.59 + 3 + 1 = 97.59, es decir, el 98 % de participación; esto explicaría porque en este modelo de votación tan rápido y perfecto, la Directiva del CNE retardó su primer y único boletín, hasta las 2 am de la madrugada del día siguiente.
Será que les faltarían mas venezolanos inscritos en el CNE, para lograr su meta de 110 diputados; precisamente dos días después el presidente Chávez declaraba que había muchos venezolanos sin cédula de identidad, que había que hacer una campaña para cedularlos o más bien será crear el porcentaje virtual que les hizo falta esta vez.
No puede ser posible que las principales instituciones del país no entren en cuenta ni imputen este atropello, todo indica que son cómplices, principalmente la dirigencia o los que representan la Mesa de la Unidad Democrática, el partido político PPT y PODEMOS; que supuestamente son los más votados, conjuntamente con el oficialismo.
Entonces tendremos que comprobar que son aliados secretos o mejor dicho, guardan este gran secreto que los “beneficia”; el de los votos invisibles; el de los venezolanos que nunca han existido, pero están registrados en los cuadernos electorales y siempre, en los últimos años han votado por quien les convenga. Resulta que ahora no se trata del partido o candidato que tenga más preferencia entre el electorado, sino del que tenga la capacidad o disponibilidad de generar más cédulas de identidades, usurpación de votos o electores invisibles.
Qué venezolano o que institución acepta el reto de sumar, evidenciar y después denunciar este exabrupto, ante cada fiscalía de su municipio o Estado; hasta que, a los responsables de este desafuero los abandone el cinismo. Para que las diversas universidades y los técnicos en biometría, intervengan y hagan las auditorias respectivas en el Consejo Nacional Electoral venezolano y ambos, nos curemos en salud.
Esta apreciación, es otra prueba que añadiré a mi denuncia. Puede revisar mi acusación consignada el 30 de septiembre de 2010 ante la fiscalía, en: http://www.lucasblancoacosta.com, igual puede verificar allí el detallado cálculo matemático del 93.59 % de participación, Estado por Estado.
Lucas Blanco Acosta.