Ayer, corrí desde la barriada del Cerro hasta la casa a fin de alcanzar la puesta de sol para filmarla y colgarla en mi blog. El último círculo de fuego que se ponía en el 2009 resultó estar rodeado de nubes e imposible de quedar registrado en la cámara. Algo frustrada, miré hacia el nordeste y una luna espectacular se alzaba a un costado de la columna de humo de la refinería Ñico López. Luz al lado de la mugre, anillo plateado cercano a las llamas que genera la combustión del “oscuro” petróleo.
Les dejo, junto a este texto, unas imágenes de ese satélite natural que brilló con toda plenitud sobre nosotros. También lancé el tradicional cubo de agua a las doce de la noche desde mi balcón, en un acto de limpieza anual para expulsar todo lo que nos impide avanzar como Nación. Hoy en la mañana, el primer sol de 2010 secó los charcos que formaron los chorros caídos desde los edificios cercanos. Como una catarata plural y dispersa sonaban esos surtidores que salían de cada casa. “Qué se vaya lo malo, qué se vaya” pensamos –al unísono– millones de cubanos.
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(Publicado em Generación Y)
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