El anuncio del presidente Barack Obama de que visitará Brasil, Chile y El Salvador en marzo -en lo que será su primer viaje a Sudamérica- podría resultar en una importante mejoría de las relaciones entre Brasil y EE UU después de un significativo deterioro en los dos últimos años.
En su discurso sobre el estado de la Unión dirigido al Congreso, Obama anunció que visitará esos tres países para fortalecer los lazos con Latinoamérica. Según me dicen funcionarios estadounidenses, la visita de cinco días tendrá lugar en la segunda mitad de marzo.
No hay dudas de que Brasil, la octava economía del mundo y una potencia mundial emergente, será la escala más importante del viaje de Obama.
Las tensiones entre Brasil y Washington aumentaron durante los últimos dos años del Gobierno del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, entre otras cosas debido al apoyo diplomático de Brasil a Irán, a pesar de las sanciones internacionales contra el régimen iraní. Pero ahora, después de la asunción el 1 de enero de la sucesora de Lula, Dilma Rousseff -una ex guerrillera que fue jefa de Gabinete de Lula-, los funcionarios estadounidenses esperan reconstruir los lazos bilaterales.
En una entrevista telefónica, el jefe de asesores de la Casa Blanca para asuntos hemisféricos, Dan Restrepo, me dijo que Rousseff “ha expresado claramente en sus declaraciones públicas que quiere continuar y fortalecer nuestras relaciones. Uno de los motivos por los que vamos a Brasil apenas iniciada su presidencia es que vemos una oportunidad para continuar y profundizar la relación al más alto nivel”.
Restrepo no me dio más detalles, pero otros observadores de Brasil ven varias señales de que la política exterior de Rousseff será menos hostil hacia Washington que la de Lula en los últimos años de su mandato.
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