ranma y Jean-Guy Allard vuelven a mentir
Carlos Alberto Montaner
El “periodista” de Granma Jean-Guy Allard (un francocanadiense reclutado desde hace años por los servicios cubanos) me imputa estar relacionado a la persecución desatada en Suecia contra el señor Julian Assange, fundador del web site WikiLeak, por mi supuesta vinculación a la “cubana” Anne Ardin, quien, junto a otra dama, acusa al australiano de un delito de carácter sexual.
La realidad es que la señora Ardin no es cubana, sino sueca e hija de suecos, dato más que suficiente para demostrar la clase de periodista que es este laborioso policía. La realidad es que jamás la he conocido. La realidad es que todo lo que cuenta el señor Allard, como es habitual en sus crónicas, es mentira. Una mentira fantástica que tiene un objetivo, como se verá más adelante.
Sin embargo, sé quién Anne Ardin porque lo he leído en la prensa: es una prestigiosa activista socialdemócrata sueca vinculada a la Fundación Olaf Palme. Incluso, pertenece al ala más radical de su partido y hace años, como tantos jóvenes suecos, simpatizaba con la revolución cubana … hasta que viajó a la Isla y conoció directamente cómo viven los cubanos y los horrores que padecen bajo la dictadura militar comunista. Cuando regresó a su país contó públicamente lo que había visto y llegó a decir que se avergonzaba de alguna vez haber llevado ingenuamente la imagen del Che en su ropa.
Por otra parte, nada tengo en contra de la divulgación de los WikiLeaks. Me parece magnífico que se conozcan las relaciones entre los narcotraficantes, los terroristas, y los fundamentalistas iraníes con los países del llamado “socialismo del siglo XXI” acaudillados por Hugo Chávez. Nada de esto se sabría con la certeza que ahora tenemos de no haber sido por la publicación de estos despachos diplomáticos secretos.
Finalmente, la nota de Allard, publicada en Granma y reproducida por la red de medios controlada o bajo la influencia del Ministerio del Interior de Cuba, es la número 32 que este señor ha escrito en mi contra. Estamos, sin duda, frente un trabajo metódico de difamación y calumnia. Una campaña tosca y mal hilvanada, pero sistemática, asignada a una persona que se dedica profesionalmente a esa vil ocupación.
Publicado em “Firmas Press”
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